Principales enemigos de la salud respiratoria ¿Cómo prevenir las enfermedades más frecuentes?

Los pulmones están formados por delicados tejidos, que están en contacto directo con el medio ambiente a través del aire que inhalamos y que se dirige a la vía aérea. Cualquier elemento que se inspire (humo de cigarrillo u de otros carburantes, gérmenes, productos químicos, etc.) puede afectarlos y causar daño, tanto a la vía aérea como al parénquima pulmonar.

La llegada de las bajas temperaturas y la pandemia mundial producida por el COVID-19 pone en máxima alerta a la población de riesgo, que debe maximizar las medidas de cuidado y estar atenta ante posibles síntomas, ya que son lo más vulnerables a este tipo de afecciones.

El cuerpo posee un sistema de defensas diseñado para protegerlo, el cual funciona muy bien la mayoría del tiempo, pero frecuentemente puede ser sobrepasado o dañado con determinados factores que pueden perjudicar gravemente la salud del paciente. Ahora bien, la salud respiratoria posee algunos detractores, algunos de ellos prevenibles y evitables, y otros que son propios del paciente. ¿Cuáles son?

Tabaquismo

El humo de cigarrillo es la mayor causa de enfermedad pulmonar, fundamentalmente de EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y de cáncer de pulmón. Puede producir inflamación y daño en la vía aérea estrechando los bronquios y dificultando la respiración y puede dañar el tejido pulmonar destruyéndolo y causando enfisema. Con el tiempo en algunos casos puede desencadenar cambios severos que lleven a un crecimiento celular anómalo (cáncer).

Dejar de fumar disminuye de forma inmediata el riesgo de infarto o accidente cerebrovascular y a los 5- 7 años el riesgo de cáncer de pulmón. Ayuda a recuperar el gusto y el olfato y mejora la capacidad respiratoria, incrementando la resistencia física y mejorando la actividad sexual.

Se puede abandonar la adicción a través del auto-tratamiento mediante folletos, la psicoterapia o con medicamentos (ansiolíticos, sustitución nicotínica, Vareniclina), según recomiende el profesional tratante.

Infecciones respiratorias

Las infecciones respiratorias más peligrosas en la actualidad son la neumonía, gripe y COVID-19 patologías de mayor riesgo en niños pequeños, personas mayores de 65 años y aquellos con enfermedades subyacentes.

Se transmiten a través de la inhalación de virus o bacterias presentes en la nariz o garganta, por gotitas producidas por la tos o estornudos.

En todos los casos se recomienda lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón o alcohol en gel, toser o estornudar sobre el pliegue del codo o utilizar pañuelos descartables, no llevarse las manos a la cara, ventilar bien los ambientes de la casa y del lugar de trabajo, desinfectar bien los objetos que se usan con frecuencia y no automedicarse.

En el caso de la neumonía la prevención es a través de cesación tabáquica y vacunas neumocócica y antigripal, esta última también preventiva de la gripe. Y en el caso del COVID-19, aún no existe un tratamiento médico comprobado, por tanto, se recomienda además el distanciamiento social (mantener un metro de distancia entre personas).

Enfermedades obstructivas

Las dos patologías de mayor prevalencia son la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), con una prevalencia del 14.5 % en nuestro país (EPOCAR proyecta 2.000.000 de pacientes y alrededor de 6.500 muertes x año), la mayoría individuos mayores de 50 años. Y el asma, con una prevalencia de 10-20% en niños y 5-10% en adultos.

EPOC

Es una enfermedad prevenible y tratable, caracterizada por síntomas respiratorios persistentes como disnea (dificultad respiratoria) progresiva, tos, producción de esputo y limitación fija al flujo aéreo, causada por exposición a partículas nocivas, mayormente humo de tabaco.

El diagnóstico se realiza generalmente en mayores de 40 años tabaquistas y con síntomas respiratorios. La prevención consiste en estimular el abandono del tabaquismo y desestimar el uso de cigarrillo electrónico y/o los “vapers”.

El tratamiento puede ser farmacológico y No farmacológico, estos últimos son rehabilitación respiratoria y vacunas contra la gripe y el neumococo. El farmacológico es: Cesación tabáquica, broncodilatadores inhalados, corticoides inhalados (en situaciones especiales) y oxigenoterapia en casos avanzados.

Asma

Es una enfermedad inflamatoria crónica de la vía aérea, con una obstrucción generalizada pero variable del flujo aéreo, a menudo reversible. Presenta síntomas como sibilancias, dificultad respiratoria, opresión torácica y/o tos, nocturna o durante la madrugada, siempre desencadenada por disparadores.

La medicación para tratar el asma se divide en: controladores (efectos antiinflamatorios) y de rescate (según necesidad). No tiene cura, pero puede ser tratada eficientemente y se considera que el paciente está controlado cuando: no tiene síntomas, no utilizar medicamentos de rescate y tiene una función pulmonar normal.

La prevención de esta enfermedad está dirigida a evitar su desarrollo y reducir riesgo de exacerbaciones: prevenir la sensibilización, evitar tabaquismo en embarazo, identificación de sensibilizantes ocupacionales.

Los pulmones cumplen una de tarea vital para nuestro cuerpo y los pilares para mantenerlos saludables son la prevención (fundamentalmente vacunación en los casos que corresponda), la actividad física y el cese tabáquico. Una vida libre de humo no solo ayudará a mantener sanos los pulmones, sino que aportará una mejor calidad de vida y reducirá los índices de mortalidad, ya que previene enfermedades coronarias y benefician a pacientes con diabetes, hipertensión, obesidad, depresión y osteoporosis, entre otras.

 

Asesoraron: Dr. Daniel Carlés (MP 57485) y Dra. Vanesa Abrate (MN 31454/7), Coordinadores de la sección Neumonología Clínica y Medicina Crítica.

 

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