Hepatitis C: de pelear por los medicamentos a salir a buscar pacientes
“Parece mentira que hoy dispongamos de los medicamentos para curar la hepatitis C, pero falten los pacientes. Claramente, la ciencia y el acceso a la cura de este virus avanzaron más rápido que el diagnóstico”. Así lo describió Rubén Cantelmi, presidente de la Asociación Civil Buena Vida, en el marco del 6º aniversario de la organización. En 2015, el colectivo de pacientes con esta enfermedad hepática reclamaba enérgicamente al Ministerio de Salud que entregaran las medicaciones que la autoridad regulatoria ya había aprobado. Esto se logró, miles fueron siendo curados y hoy, en cambio, existen partidas de tratamientos compradas, pero cuesta identificar a los pacientes para que se anoten y se curen.
“Esto tiene varias explicaciones. Por un lado, como este virus no duele ni da síntomas hasta que avanza mucho, algunos de quienes son diagnosticados, tras recibir la ‘mala noticia’, vuelven a sus casas y siguen con su vida normalmente, sin hacer nada al respecto. Desde Buena Vida, trabajamos para encontrarlos y convencerlos de que deben tratarse y curarse mientras el hígado no esté muy dañado, porque llegar a tiempo se traduce en más y mejor vida”, remarcó Cantelmi.
Por otro lado, hay pacientes que se han tratado con las drogas viejas, unas que lograban curar a un porcentaje modesto de pacientes, pero eran tratamientos prolongados y muy duros, porque los efectos adversos eran similares a los de las quimioterapias y algunos pacientes no los toleraban. Entonces, es factible que muchos se hayan dado por vencidos y les cueste creer que las drogas nuevas prácticamente no tienen efectos adversos y curan en sólo 12 ó hasta 8 semanas.
Están llegando a la Argentina tratamientos que revolucionaron la cura de la hepatitis C en el mundo. Son pangenotípicos, es decir, que sirven para cualquier genotipo, o ‘subtipo’, del virus que tenga el paciente. Esto simplifica las etapas del diagnóstico, que antes requerían estudiar el genotipo para definir uno u otro tratamiento). Además, tienen una tasa de respuesta que alcanza el 100% y aceleran la cura: en 8 semanas el paciente negativiza el virus.
“Los tratamientos más nuevos curan a todos, inclusive a pacientes complejos o que presentan las variantes menos comunes del virus. Además, cada vez te podés curar más rápido, lo que es una realidad inimaginable para quienes vivimos con esto muchos años. No hay tiempo que perder; cada día adicional de vivir curado es único, porque ‘ganarle al bicho’, como le decimos nosotros, representa la batalla más grande que muchos hemos librado en la vida”, reconoció Cantelmi.
En términos emocionales, sociales y, fundamentalmente, de salud, curarse cuanto antes ayuda a dejar atrás una pesada carga que traen los pacientes y ayuda a prevenir el daño en el hígado. Cada día cuenta, cada día adicional de haber logrado eliminar esta enfermedad de su cuerpo los hace más libres, más sanos y representa mucho para los pacientes.
La hepatitis C es un virus que se aloja en el hígado y va dañándolo progresivamente hasta poder desarrollar cirrosis, tumores malignos y requerir trasplante hepático. En nuestro país, la Asociación para el Estudio de las Enfermedades del Hígado estima que cerca de 400 mil argentinos conviven con el virus y que entre 6 y 7 de cada 10 lo ignoran.
Este virus se contagia por sangre contaminada y, fundamentalmente, antes de que el virus fuera identificado en 1992 o antes de que se tomaran todas las medidas adecuadas de esterilización en centros de donación de sangre, centros médicos, odontológicos, locales de realización de tatuajes o tratamientos de belleza (pedicuría, manicuría, etc.).
Hoy es menos frecuente el contagio y la gran mayoría de las personas se diagnostica por casualidad ante un chequeo de rutina o una donación de sangre para algún familiar. Rara vez pueden identificar en qué contexto contrajeron el virus, porque todos estuvimos expuestos a algún tratamiento de conducto o donamos sangre o fuimos sometidos a alguna cirugía y quizás allí hubo algún descuido en términos de esterilización del instrumental sanitario. Compartir jeringas o elementos cortantes de higiene personal también son potenciales vías de contagio